HISTORIA DE CEUTA: ROMA.

SIGLOS III aC. - I aC. (REPÚBLICA)

El periodo de la República Romana se extiende desde 509 AC. hasta el 27 AC. En el que se inicia el periodo Imperial.

En Ceuta, los datos existentes de entre los siglos III y II aC. son mínimos y además todos ellos caracterizados hasta la fecha por su carácter indirecto.

De una parte contamos con referencias muy puntuales en hallazgos de monedas tanto en el zona del pasaje Girones, entorno de la Almina y en la calle Teniente Pacheco. Se trata de antiguas recuperaciones de dudosa procedencia vinculadas a colecciones por lo que su fiabilidad ha sido puesta en tela de juicio. Estas monedas recuperadas parecen intuir una mayor vinculación de Ceuta con la zona mediterrane (Malaca y Carteia) que con la atlántica (Gadir).

En un contexto similar se hallan diversos fragmentos de cerámica de barniz negro – la vajilla de mesa usada por púnicos y romanos en época helenística. En las excavaciones realizadas en tierra firme en las dos últimas décadas no se han encontrado restos arqueológicos correspondientes al periodo Mauritano Antiguo ni en la Gran Vía (Hita y Villa 1994), ni en el Paseo de las Palmeras (Bernal y Pérez 1999, ni en el entorno de la basílica tardorromana (Fernández Sotelo 2000).

Sin embargo, los hallazgos subacuáticos en la zona de Benzú, especialmente ánforas de transporte de vino itálico o de aceitunas, indican una dinámica comercial especialmente intensa durante siglo I AC hasta la época de Augusto o Juba II (Rey de Mauritania), existiendo un vacio cronológico de los tipos de ánforas caracterísitcias de los siglos III y II AC (Ánforas grecoitálicas).

SIGLOS I dC. - II dC.(ALTO IMPERIO)

El Imperio Romano (27 AC. A 476 DC.) está constituido por dos grandes periodos históricos denominados respectivamente el Alto Imperio (Siglos I y II DC.) y el Bajo Imperio (Siglos IV-V DC) separados por el problemático siglo III DC, época de conflictos políticos, militares y socio económicos.

La provincia romana de la Mauretania Tingitana se constituye en época de Claudio, a mediados del siglo I DC. iniciándose una andadura paralela a la de otras provincias occidentales del Imperio.

C. Posac en los años sesenta durante las obras del antiguo Parque de Artillería, sede actual del Parador de Turismo La Muralla y de la Comandancia General de Ceuta rescató monedas y sigillatas itálicas de comienzos del periodo Alto Imperial, comprendido entre Augusto (27 aC. - 14 dC.) y Tiberio (14dC. - 37 dC.) que permitieron plantear a este investigador el posible origen de la localidad de Septem Fratres en la zona más occidental del sitmo, situada entre la plaza de África y el foso navegable, produciendose una ampliación desde la calle O´Donnell hacie el este, para ocupar el sector entre los dos fosos durante la época Medio Imperial. La riqueza de cerámicas de diferentes procedencias recuperadas (copas decoradas, vidrios, ánforas) parecen indicar que las actividades comerciales de armadores y comerciantes itálicos o hispano-romanos, fueron las que dieron origen a este poblamiento costero y quizás militar de manera complementaria

Además, de los materiales muebles procedentes de estos rescates depositados en el Museo Municipal, las evidencias arqueológicas existentes de estos siglos I y II dC. están limitadas a los recientes hallazgos del Parador de Turismo, fechados en época flavia (ultimo tercio del siglo I DC.) o a un depósito anfórico altoimperial localizado bajo el actual Revellín de San Ignacio, todos ellos aparentemente relacionados con la factoría de salazón.

A mediados de los años noventa en el Paseo de las Plameras se descubre un fragmento marmóreo datado en el siglo II en el que se lee la palabra ORDO. Es una inscripción de buena factura que evidenciaría la existencia de un ordo decurionum (Organismo gestor de la vida ciudadana en las ciudades romanas) en el asentamiento al menos desde mediados del siglo II lo que podría confirmar la existencia de un municipio de Septem Frates desconocido hasta la fecha y cuya promoción de civitas peregrina a municipium podría haber derivado de su floreciente actividad económica.

Poco sabemos de los primeros momentos del asentamiento mauretorromano, mas allá de su localización en el entorrno de la plaza de África/Foso navegable. Los escasos edificios exhumados y los hallazgos casuales se fechan especialmente entre los siglos II y V DC, constituyendo actualmente los dos momentos mejor conocidos de Septem Fratres. La ausencia de más restos romanos descubiertos de este periodo, no se debe de atribuir a que no existan, sino a la falta de normalización de las actuaciones arqueológicas preventivas hasta hace pocas décadas como ocurrió con la construcción del parking de la Gran Vía en los años sesenta que ocasionó la pérdida de numerosas evidencias arqueológicas de la zona del istmo ceutí.

LA GRAN FACTORÍA DE SALAZONES. La gran factoría de salazones de Septem Frates, pemaneció en funcionamiento en el istmo ceutí desde el siglo I-II DC hasta el siglo V DC. Siendo el motor económico de la ciudad mediante la producción de garum y salsamente en una dinámica generalizada junto con todas las ciudades costeras del Círculo del Estrecho.

Los yacimientos arqueológicos encontrados relacionados con la factoría de salazones de Ceuta se ubicaron en el Parador de Turismo (C. Posat, Años 60), Calle Gómez Marcelo (Fernandez Sotelo 1994), Gran Vía (Hita y Villada, 1994), Paseo de las Palmeras (Bernal y Pérez 1999), Calle Queipo de Llano (Fernández Sotelo, 2004)

Los límites de la factoría de salazones de Septem Fratres determinó los ejes principales de la topografía urbana de la ciudad:

- Por el norte: Un tramo de unos treinta metros de muro, que en dirección este-oeste recorría toda la zona excavada del Paseo de las Palmeras (Bernal y Pérez 1999), a una decena de metros al sur de donde posteriormente se levantaría las murallas defensivas medievales y portuguesas.

- Por el este, se localizó parte de dicho muro de cierre de la gran factoría salazonera alto-imperial bajo el tramo conservado de muralla califal en la calle Queipo de Llano, cerca de la basílica tardorromana (Fernandez Sotelo 2004) y sobre la que se levantaría la muralla califal. Por el sur, únicamente contamos con el citado tramo bajo la muralla califal, excavado por Fernández Sotelo (2004), dando la impresión de que su trazado no llegaría hasta la actual calle Jaúdenes, ante la ausencia de evidencias en algunas excavaciones realizadas en el entorno.

- Por el oeste, existen dos propuestas:

* Que la misma llegase hasta antes de la calle Gómez Marcelo, si tenemos en cuenta la aparición de un gran muro romano, en dirección norte-sur,( E. A. Fernández Sotelo, 1994). Las piletas de salazón que fueron erigidas en el siglo II DC. constituirían el límite más occidental de la misma, con continuidad en su uso hasta el siglo V DC.

* O bien que dicho edificio se prolongase hasta el Parador de Turismo, (C. Posac, años 60). De las dos, parece más viable la primera.

La factoría de salazón alto-imperial habría creado un gran edificio rectangular, con unas dimensiones aproximadas de ochenta metros este-oeste y setenta metros norte-sur. En su interior, existirían pequeñas fábricas conserveras compartimentadas, denominadas como cetariae, que definen edificios autónomos con entidad propia. En época bajo-imperial el sistema cambió, dando la impresión de que se produce una proliferación de unidades productivas de menores dimensiones, aisladas unas de otras.

Los saladeros descubiertos junto a la calle Queipo de Llano son casi cuadrangulares, contando con unas dimensiones aproximadas de 1,5/1,7 m. de lado, y una profundidad de 2 m. En el caso de las piletas del Paseo de las Palmeras, sus dimensiones son algo más reducidas en torno al metro de lado. Estas cubetas se utilizaban para la maceración del pescado, llenándose de sal entre un tercio o la mitad y produciendo cada una varios centenares de kilos de carne de escómbridos. Los saladeros estaban dotados de pocetas circulares en el suelo para la evacuación de residuos. Junto a ellos se encontrarían pasillos para la limpieza y despiece del pescado, así como almacenaje de enseres de pesca (Redes y anzuelos) y ánforas.

Existían también pozos para el aprovisionamiento de agua desde el nivel freático como el descubierto junto a la Muralla Califal. En el Paseo de las Palmeras se encontraron habitaciones relacionadas con el suministro de agua, mediante un gran aljibe cuadrangular del que se extraía el agua a una gran cisterna y desde donde se canalizaba el agua mediante esclusas de madera. Allí también se hallaron en algunas habitaciones desechos de peces, escamas y espinas donde se limpiaban y despiezaban de las capturas (Atunes, caballas, meros, pargos, etc) así como habitaciones rectangulares de grandes dimensiones, para las tareas de almecenaje de las ánforas y quizá también de sal.

Las ánforas eran los contenedores en los cuales se comercializaban la salsa de garum. En Ceuta no se han localizado hasta ahora hornos en los que se hubiesen fabricado estos envases. Durante el Alto-imperio se utilizaron ánforas de procedencia gaditana (Puerto Real) como las halladas en el Paseo de las Palmeras o el Mirador I. Sin embargo en la época tardorromana, su procedencia parece ser malacitana.

Los productos de salsamente o garum septemses a lo largo de la época imperial fueron consumidos por todo el imperio, desde sus fronteras hasta en las casas imperiales sin embargo hasta ahora no se han encontrado ánforas con inscripciones que citen explícitamente a la factoría septemse por lo es posible que se comercializase bajo la denominación de otra factoría del Círculo del Estrecho más conocida.

 

LA NECROPOLIS ORIENTAL. Estuvo localizada desde los límites de las factoría salazonera hasta la actual plaza de la Constitución. Inició su existencia el siglo II DC como lo confirman epitafios aparecidos reutilizados en tumbas de la basílica tardorromana.

En este contexto, en el año en el año 1962 fue descubierto por Carlso Posac en la Plaza de la Constitución el sarcófago marmóreo de las Cuatro Estaciones datado en época de Galeno (260-270 DC.) procedente posiblemente de un taller de Roma. A finales del siglo III o en el siglo IV, la necrópolis que fue considerada como un lugar sacro fue rodeada por un cercado funerario que sería posteriormente el germen de la futura basílica tardorromana.

Esta necrópolis oriental fue la única existente durante los periodos Alto imperial coexistiendo en el periodo Bajo-imperial con la de la zona de las Puertas del Campo.

 

EL ACUEDUCTO DE ARCOS QUEBRADOS. Su nombre hace referencia a su estado de deterioro. Se trata de un conjunto de arquerías de mampostería con varios arcos de descarga destinadas a salvar una vaguada situada en el entorno de “Villa Comandari”, actual barrio de la Almadraba. A estas arquerías hay que añadir también algunos fragmentos del canal y specus documentados en la carta arqueológica de 2001.

Aunque no esta clara si se realizó en perioda Alto o Bajo-imperia, los expertos parecen datardo en los siglos II o III dC. En el sigo XI el historiador Al-Bakri ya ponía de manifiesto la existencia de una conducción que desaguaba en la mezquita aljama tras bordear el mar meridional, lugar éste que coincide con la localización de la actual catedral y que podría haber trasladado el agua a lo largo de 3 kms. Desgraciadamente, en la actualidad los restos de este acueducto romano prácticamente han desaparecido.

 

EL TEMPLO DE ISIS. En el Paseo de las Palmeras se halló una lápida de mármol importado de un grosor de unos cuatro cms. fechada a finales del siglo II o inicios del siglo III DC. Con una inscripción dedicada a Isis,una divinidad oriental romana con raíces egipcias a la que existía culto en la zona del Círculo del Estrecho. Esta lápida tenía ausencia de pulido en su cara inferior que implicaría indirectamente que habría estado situado a la entrada de un templo dedicado Isis, estando relacionada con una de las conocidas placas con las plantae pedum, que eran unas ofresdas colocados en santuarios, empotrados sobre el suelo, para solicitar la intercesión de la divinidad o agradecer su ayuda para que los viajes, normalmente comerciales, fuesen de ida y vuelta.

Si a esta lápida añadimos el hallazgo de algunas lucernas con la representación de Isis o Isis / Serapis en diversos lugares de la ciudad, tales como el Mirador I o la calle Gran Vía constituyen un argumento indirecto más a favor de la existencia en Septem Fratres de un pequeño sacellum o aula de culto dedicado a esta divinidad oriental.

 

LAS TERMAS. Otro elemento indirecto derivado del estudio de la necrópolis del perio Bajo-imperial de las puertas del Campo (Avenida de España-Llano de las Damas) es el hallazgo de una serie de ladrillos reutilizados en le construcción de las tumbas que proceden posiblemente de un recito termal que fueron fragmentados para adaptarlos a las paredes de las sepulturas. Estos ladrillos se utilizan para crear bóvedas huecas de grandes dimensiones y especialmente camaras dobles en los edificios termales. Ademas permitían confirmar la cita de al-Bakri, según la cual entre las ruinas de la Septem preislámica, existían restos de iglesias y de baños.

Ningún dato directo tenemos al respecto a la localización de estas termas, ni de su periodo de funcionamiento aunque no debieron estar muy lejos de la Avenida de España, ya que la experiencia nos indica que, salvo en casos excepcionales, se suelen reutilizar como elementos constructivos materiales de acarreo de construcciones cercanas. De ahí que se tienda a localizarlas en el entorno, entre las Murallas Reales y las Puertas del Campo. Respecto a su carácter público o privado, tendemos a pensar más bien en un edificio público. Respecto a su datación, sabemos de la reutilización de los ladrillos en unas tumbas de los siglos III y IV d.D. Por lo que una datación en los momentos de mayor esplendor de la ciudad (siglos II-III d.C) es la propuesta más viable en la actualidad.

 

LA MURALLA ROMANA. Es muy probable que existiesen elementos defensivos en la Semtem Fratres romana o tardorromana, si tenemos en cuenta especialmente las referencias de Procopio, pero por el momento no ha sido localizada ninguna evidencia arqueológica de dicho construcciones defensivo, por lo que probablemente se encuentren enmascaradas bajo las fortificaciones medievales y modernas que rodean perimetralmente el istmo ceutí. El proceso de excavación en la calle Queipo de Llano no permitió detectar estructuras defensivas romanas sobre las que se asentase la cerca califal,sino una erección de la misma sobre el muro perimetral de la factoría de salazones.

 

MUNICIPUM CIVIUM ROMANORUM. Así pues, parece demostrado que Semtem Fratres constituyó un municipium civium Romanorum desde al menos mediados del siglo II DC (Época de Trajano o Adriano). Esto se ve demostrado:

- En la inscripción honorífica con la referencia al órgano que tutelaba la vida municipal romana (0rdo decurionum) del cual dependían los duoviro y los ediles.

- La existencia de un urbanismo estable en la localidad desde al menos momentos avanzados del siglo II DC. Además de la gran factoría de salazones, contamos con dos necrópolis, una posible terma, un posible sacellum dedicado a Isis que son algunos de los aditamentos básicos de toda ciudad romana.

- El descubrimiento de al menos cinco epígrafes marmóreos fragmentarios de época medio imperial de los siglos II-III dC. (la antes citada honorífica de ORDO, exvoto a Isis, dos lápidas en la basílica y un fragmento de la factoría de la calle Queipo de Llano).

- La existencia de un nutrido panorama de importaciones, una fluida circulación monetal y un intenso comercio de todo tipo de bienes de consumo.

SIGLO III (IMPERIO MEDIO)

En toda la zona del estrecho así como en el resto del Imperio se produce la “crisis del siglo III”, ocasionada por los problemas dinásticos, las revueltas en las fronteras con la presión de los barbaros, las dificultades de índole económica ocasionando remodelaciones urbanísticas con la destrucción de edificios, que en el caso de la cercana Baelo Claudia, parecen responder ademas a problemas de tipo sismico. El comercio se resintió notablemente en el Círculo del Estrecho, con un abandono de la mayor parte de las instalaciones productivas como reflejan los alfares.

Pero en Septem la situación es singular. Existen evidencias de un activo comercio en estas fechas, en momentos en los cuales otros enclaves son definidamente abandonados. Indicadores de relevancia tales como la importanción de piezas de gran calidad, caso del citado sarcófago marmóreo de época de Galieno en torno al 260/270 dC. o la elevada presencia cuantitativa de cerámicas africanas entre el 230 y el 250 d.C. Que indicarían la vitalidad del asentamiento en estas fechas, en una dinamica inversamente proporcional a lo que sucedía en otras localidades del Estrecho. En este contexto se suma la excepcionalidad de las cerámicas corintias del siglo III d.C. aparecidas en grandes cantidades en el mirador I (Fernandez Sotelo 1994), lo que aboga por su vinculación a un comercio de redistribución, es decir, productos no destinados unicamente para Ceuta, sino que desde aquí habrían sido comercializados a otras localidades de la Tingitana o del sur de la Baetica.

No obstante, sí se produjeron cambios significativos que afectaron a Septem Frates en el siglo III D.C. El más significativo es la constatación de la definitiva amortización de la gran factoría alto-imperial en estas fechas, siendo abandonado el edificio en momentos avanzados de la centuria y nunca recuperando su integridad.

A finales del siglo III D.C. con la reorganización provincial, Diocleciano crea la Diócesis Hispanorum, una unidad administrativa de rango superior en la cual se integraban siete provincias: Baetica, Lusitania, Tarraconense, Carthaginiense, Gallaecia, Ballearica y la Tingitana. La creación de la Diócesis Hispaniarum es la santificación de unas inmemoriales relaciones que sin lugar a dudas continuaron intensificándose durante los siglos IV y V d.C.

SIGLOS IV-V hasta el 476 D.C. (BAJO IMPERIO)

El Bajo Imperio Romano comprende el periodo desde el ascenso de Diocleciano en el 284 hasta la caida del Imperio Romano de Occidente en el 476. Previamente en el 395 se habría producido la división del Imperio Romano en Imperio Romano de Occidente e Imperio Romano de Oriente (Bizancio con capital en Constantinopla) que perduró su duración hasta el 1453.

Septem tuvo dos fases: fase de expansión, apogeo y consolidación urbana medioimperial (siglos II-III DC.) que es mucho más tardía que lo acontecido en otros lugares de la Tingitana y fase de continudad ocupacional bajoimperial (Siglos IV-V DC.)

Durante el siglo III d.C. Se produjeron transformaciones de gran entidad en la ciudad de Septem, abandonandose en ese siglo la factoría de salazones. En el siglo IV d.C. Se produce una recuperación de la ciudad (Cosa que no ocurre en otras ciudades del Estrecho) como permiten plantear los numerosos materiales importados aparecidos – cerámicos especialmente – que reflejan la gran vitalidad del enclave, sobre todo en el último cuarto de siglo. En el siglo IV Se instala una pequeña factoría de salazón sobre el muro maestro de la factoría alto-imperial, amortizada con anterioridad, no respetando – o reutilizando – los muros definidos por ella.

Parece consensuado para todos estos historiadores es que en la Antiguedad Tardía Septem sí era una ciudad en sí misma, como parece deducirse de las citas anteriormente referidas a la misma en el Anónimo de Rávena o por las referencias de Procopio y otros autores del siglo VI DC.

La Semtem Fratres romana constituiría un núcleo urbano de medianas dimensionas, contando con una longitud de unos 600 m. entre la zona del Museo de la Basílica Tardorromana al este y el Revellín de San Ignacio al oeste, que constituye hoy por hoy el hallazgo más occidental. Y una anchura del istmo, de unos 200 metros, lo que proporcionaría unas 12 ha. Que se elevarían a 20 si añadimos las dos necrópolis (La oriental localizada en el entorno de la basílica tardorromana, como la occidental, situada en la zona de las Puertas del Campo. Tendría una superficie similar a la de ciudades menores como la propia Baelo Caludia 12/15 (ha) o la mitad de las dimensiones de Carteia (22 ha.), la gran ciudad del Estrecho. De lo anteriormente expuesto, implicaría que el núcleo urbano estaría centrado en la zona istmica de la ciudad, sin proyección alguna hacia la Almina y el monte Hacho y con una cierta zona de expansión hacia el Campo exterior.

En relación a la población estimada para la localidad, se ha propuesto un contingente de unos 3.800 mauretorromanos, teniendo en cuenta una moderada ratio de 250 habitantes por hectárea, lo que da una idea de la entidad de Septem Fratres en la época flaiva y el siglo III DC.

 

LA BASÍLICA TARDORROMANA. Constituyen los restos de mayor envergadura de Septem en los siglos IV y V –y de época bizantina- Se trata de un edificio de notables dimensiones, surgido en una zona que contaba con anterioridad con un marcado carácter funerario, que sufre un proceso de reforma, materializado en la ampliación de su perímetro hacia el este y hacia el sur. En estos momentos se instala un ábside semicircular en la parte meridional del inmueble, que es lo que ha permitido plantear que se trate de una basílica (Fernando Sotelo 2000). La comunidad septense a lo largo de la Antiguedad Tardía sufre una consolidación, lo que provocó la ampliación de las instalaciones dedicadas a uso funerario y a finalidades litúrgicas. Es esta una prueba evidente de la vitalidad de la comunidad tardorromana en la Ceuta de los siglos IV a los siglos VI/VII d.C.

Aunque existen investigadores que abogan que ante la ausencia de columnas, cerámicas de techumbre, mobiliario litúrgico, etc. y la ausencia de baptisterio, el edifico podría haber quedado inacabado, hay que tener en cuenta el expolio de estos siglos, el posible uso de materiales perecederos como la madera y el hecho de que todas las sepulturas se encuentren dentro del perímetro de la basílica, de una manera muy ordenada que definiría las tres naves de la basílica. El baptisterio podría haber estado situado en la zona del pórtico, hoy en día totalmente desaparecida por la construcción de edificio de época medieval y moderna.

La cronología de uso del edificio se extiende desde el siglo IV al VII d.C. Como lo demuestran los restos en el entorno del edificio como ánforas de los siglos IV y V, monedas de los siglos II a IV (Las monedas romanas se continuaban usando durante siglos), cerámicas del siglo VI y primera mitad del VII encontradas a ambos lados del abside, mientras que los hallazgos del interior del edificio se remonta al siglo IV y finales del V. La tardía datación de los restos encontrados junto al ábside podrían indicar que este hubiese sido una ampliación realizada en el siglo VI.

La basílica tardorromana septemse indicaría que el cristianismo habría tenido un gran arraigo en la orilla tingitana, lo que habría llevado a la construcción de la misma para uso litúrgico. Las excavaciones realizadas por Fernández Sotelo en 1995 detectaron la existencia de una tumba privilegiada construida modestamente pero centrada con respecto al recinto y en un espacio privilegiado. Los restos encontrados en su interior determinaron que pertenecía a una mujer con una dieta muy cuidada. Posiblemente se tratase de una santa o una martir, en torno a la cual se realizaban los demas enterramientos, encontrandose los de mayor estatus social más próximos a ella.

 

LA FACTORÍA DE SALAZONES. En el periodo bajo-imperial se produce una amortización de la gran fábrica de salazones del siglo III y la erección de las cetariae o plantas aparentemente más pequeñas sobre ella, siempre en el entorno del Paseo de las Palmeras. No obstante es posible que el abandono de la fabrica fuese parcial, como induciría a pensar el mantenimiento de las cubetas de la calle Gómez Marcelo (Bravo 1995) entre los siglos II y V d.C. Otras se construyen durante el siglo IV d.C. como demuestran las ya citadas piletas del Paseo de las Palmeras, erigidas sobre las fuinas de la factoría de época medioimperial. De las demas –Parador, calle Gran Vía y Queipo de llano – carecemos de la secuencia completa de construcción y abandono, por lo que los datos resultan del todo hipotéticos.

Lo que si sabemos es que las primeras decadas del siglo VI d.C. justo antes de que llegasen los bizantinos al Extremo Occidente, las fabricas de salazón septenses, al menos aquellas con el modelo romano tradicional con piletas salazoneras, dejaron de funcionar.

 

LA NECRÓPOLIS OCCIDENTAL. Las actuaciones realizadas en los años sesenta por C. Posac permitieron documentar una serie de enterramientos en el entorno de las Puertas del Campo, en la conocida como avenida de España (Posac 1967). Se trataba de un conjunto de sepulturas de inhumación, realizadas en cistas construidas con ladrillos y cubiertas con tégulas, bien en disposición horizontal o a doble vertiente. Desgraciadamente, la parquedad de ajuares y la ausencia de otros testimonios no permitió en su momento una precisa datación para las ocho tumbas que pudieron ser excavadas, proponiéndose una cronología genérica dentro del siglo III d.C. Años más tarde se detecto la existencia de tumbas romanas bajo tégulas en el cercano yacimiento del Llano de las Damas, un importante alfar bajo-medieval que permitió la constatación de una fase romana vinculada a usos funerarios. Ambas localizaciones está separadas entre si por un centenar de metros, si bien la similitud en la tipología de las tumbas – con cubierta de tégulas – induce a considerarlas como parte de un mismo cementerio bajo-imperial, cuya mayor singularidad reside en su amplitud, si tenemos en cuenta la representación cartográfica de los hallazgos, que definen una superficie mínima de al menos media hectárea.

 

IMPERIO ROMANO DE OCCIDENTE. En 395 el Imperio Romano se dividió en Imperio Romano de Occidente e Imperio Romano de Oriente (Bizancio) con capital este último en Costantinopla. El Imperio Romano de Occidente desapareció en el 476 y el de Oriente en 1453 con la toma de su capital por los árabes.

En 429, Genserico, rey de los vándalos con unas 80.000 almas, pasó de Traducta (Posiblemente Algeciras) al norte de África rumbo a Cartago, para la creación del reino vándalo norteafricano. Durante décadas se ha interpretado esta cuestión como un episodio violento que habría generado graves problemas de tipo socio-económico.

Es habitual la referencia a hallazgos arqueológicos asociados a niveles de incendio en las excavaciones realizadas en Ceuta desde le epoca de C. Posac, habiendo sido detectada dicha situación en algunas parcelas de la Gran Vía excavadas en los años ochenta en las cuales además la ausencia de poblamiento entre inicios del siglo V y la época califal fue interpretada como resultado del abandono de la localidad tras el paso de los vándalos (Villada e Hita 1994). Da la impresión de que algunos yacimientos si debieron haber sufrido el paso de los vándalos (Zilil, y quizá Septem en parte) si bien ello no generó abandonos definitivos de las localidades existentes a ambos lados del estrecho. Es lo que justifica que las pesquerías septemses continuen a pleno rendimiento y con un elevado volumen productivo hasta al menos inicios del siglo VI como ya se ha comentado en el caso de la de la calle Quieipo de Llano o del Paseo de las Palmeras. O que en la basílica tardorromana, con una secuencia initerrumpida entre el siglo IV y el siglo VII d.C. no haya huella alguna de manifiesta destrucción de actos vandálicos de cualquier naturaleza en los estrados del siglo V d.C. Y también en dicho sentido contamos con las estratigrafías excavadas en el Paseo de las Palmeras, en las cuales existe una continuidad manifiesta entre los estratos de los siglos V y VI d.C. sin hiato de poblamiento alguno.

Las ánforas reflejan una continuidad manifiesta de las actividades comerciales a través del puerto de Septem, con una regular presencia de envases africanos, orientales y del sur de la península Ibérica, entre los que cabe recordar la existencia de un posible pecio de inicios del siglo V en agus de la bahía de Benzú, con un cargamento de ánforas salazoneras malacitanas.

De todo lo comentado se deduce una gran vitalidad en el asentamiento urbano de Septem durante los siglos IV y V d.C. de manera que el paso de los vándalos no debió generar grandes repercusiones en la vida cotidiana de la ciudad, que por el contrario si fue objeto de profundas remodelaciones en época bizantina.

FUENTES

HISTORIA DE CEUTA: DE LOS ORÍGENES AL AÑO 2000 (Dario Bernal Casasola) Año 2009